martes, 26 de enero de 2010

Hablemos de nuestras ausencias.

Hablemos de nuestras ausencias,
de los bríos que se apagan en el mar,
de los latidos que se llevan en las discrepancias
aferrados a su sórdido silencio.

Hablemos de las nupcias que yacerán
dependiendo frágilmente del recuerdo.
Distingamos cómo los agravios del tiempo
marcarán débilmente el proclive deseo.

Notemos cómo las razones ecuánimes
caminan y desmienten a la deriva.
La injusta hiel de sentimientos.
Insinuando ser… solo un duelo invocado.

Sembrando un estatus al dolor bordando
distancia con un vil arreo de desamor.
Obligándonos a callarnos, sumergidos en el olvido,
reclamando un perdón impulsado
por la indignación en la vastedad,
donde se rumora un oriundo olvido.